A menudo, cuando queremos cambiar nuestros hábitos aparecen dificultades por el camino. ¿Cuántas veces has intentado de nuevo ir al gimnasio, mantener tu habitación ordenada, levantarte temprano o bajar de peso? Se te hace difícil mantener esos cambios de conducta a largo plazo?
Un problema muy común es que ponemos el foco en el resultado, en la meta que queremos conseguir. Y sabemos que haciendo x acción llegaremos a x destino. Parece lógico, ¿verdad? Sin embargo, existe otro factor clave en esta ecuación: nuestra identidad. En el siguiente post trataré esta cuestión con el fin de esclarecer cómo podemos lograr hábitos que perduren a lo largo del tiempo.
¿Qué papel tiene la identidad en la construcción de hábitos?
Las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos influyen en nuestros hábitos, así como nuestros hábitos influyen en las creencias que tenemos sobre nosotros. Es un proceso bidireccional. Cuando intentamos cambiar algo, muchas veces nuestra identidad se interpone y nos acaba boicoteando. Puedes querer mejorar tu salud, pero si te concibes a ti mismo como una persona que prefiere la comodidad al esfuerzo, quizá eso te frenará a la hora de seguir haciendo deporte y optarás por quedarte en casa descansando. Puedes querer levantarte temprano, pero si siempre te has dicho «madrugar no es lo mío», no aguantarás más de tres días consecutivos obedeciendo al despertador.
El conflicto de identidad es la barrera más bestia a la que nos enfrentamos cuando queremos cambiar nuestros hábitos. La historia que te has contado a ti mismo durante años puede cronificarse y hacer que te apegues férreamente a ella. Desde ahí, actuarás impulsado por una fuerza interna que te llevará a preservar la imagen que tienes de ti mismo. Para no caer en contradicciones, tu conducta tenderá a mantenerse, para ser así congruente con tus creencias.
Entonces, ¿qué hacer para conseguir un cambio de hábitos duradero?
Teniendo en cuenta la influencia de la identidad en nuestra conducta, es preferible no hacer cambios radicales, ya que nuestro sistema no los podrá soportar y acabaremos tirando la toalla. Lo mejor es elegir cambios minúsculos, pequeñas acciones diarias que acabaran transformando nuestra identidad. De esta manera, podrás integrar esos cambios en ti de un modo profundo, estableciendo las bases que harán que ya no te cueste seguir determinado hábito, porque forma parte de lo que eres. Es así como se dará la auténtica transformación.
Para que se produzca un cambio de hábitos duradero, es necesario cambiar las creencias que sostuvieron tus conductas pasadas. Estamos proponiendo una revisión de tu identidad, de tu sistema de creencias, potenciado por pequeños cambios en tu forma de actuar. Como afirma James Clear, especialista en formación de hábitos, «la manera más práctica de cambiar quién eres es cambiar lo que haces». Y lo mejor para ello no es guiarte por los resultados, sino por el tipo de persona que quieres llegar a ser. Así que empieza por la pregunta «¿en quién me quiero convertir?». Tu identidad no es fija e inamovible. Tú tienes el poder de cambiarla.
Si necesitas ayuda en tu proceso para lograr buenos hábitos, te animo a contactar con mi consulta sin ningún compromiso. En caso de que te interese específicamente el cambio en tus hábitos alimentarios, te invito a que explores mis talleres de alimentación consciente.
- Fundadora de Koena Psicologia
- Psicóloga sanitaria infantojuvenil y de adultos
- Colegiada Núm. 26.545 (COPC)